° No se puede pretender un país diferente con gente indiferente (GANDHI)
° La vida nos ha enseñado que el amor no consiste en mirarnos a los ojos, sino en mirar juntos en la misma dirección (SAINT-EXUPÉRY).
Estamos frente a la necesidad de aportar para que funcione la resiliencia, la cooperación y la tolerancia. Con tal motivación me propuse recopilar opiniones, reflexiones y propuestas; urge sentirnos interpelados e invitados a ser parte del cambio, como actores en un proceso de construcción de nuestra ciudadanía activa, participativa y solidaria, en base a sentido común.
Es la hora de informarnos, conversar y difundir.
Estando llamados a participar en el Plebiscito del 26 de abril de 2020, tengamos presente lo que expresa sobre Medio Ambiente la Constitución Política de la República de Chile de 1980. Es del caso que su artículo 19 n°8 señala: “La Constitución asegura a todas las personas : “8°.- El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación. Es deber del Estado velar para que este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza. La ley podrá establecer restricciones específicas al ejercicio de determinados derechos o libertades para proteger el medio ambiente.” Esta norma está complementada por el inciso segundo del artículo 20° de la Constitución:
“Procederá, también, el recurso de protección en el caso del N°8 del artículo 19, cuando el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación sea afectado por un acto u omisión ilegal imputable a una autoridad o persona determinada.”
Ha pasado el tiempo. El 30 de septiembre de 2018,en artículo de El Mostrador titulado “Quintero- Puchuncaví: las contradicciones para avanzar a una verdadera democracia ambiental”, LEONARDO TAPIA expone que lo citado precedentemente “ha sido letra muerta hasta el día de hoy, pues el Estado subsidiario de Chile y su economía liberal heredada de dictadura, ha otorgado garantías privilegiadas al derecho de propiedad privada y libertad de empresa, por sobre el derecho de la salud y de vivir en un medio ambiente libre de contaminación”. En el mismo sentido, días antes, RICARDO HURTUBIA (El Mostrador, 20 septiembre 2018) expresaba: “La crisis de Quintero-Puchuncaví nos está golpeando, es verdad, pero también nos está abriendo una gran oportunidad para revisar y reparar todo lo que se ha hecho mal. Es una gran oportunidad para todos, para el Estado y sus instituciones, para los partidos políticos, la empresa privada y los ciudadanos”, enfatizando sobre la necesidad “de los cambios que se requieren con urgencia en materia de políticas, administración y derechos ambientales.”
Abro un paréntesis para explicar mis motivaciones al pensar y preparar el presente texto. He optado por recurrir a párrafos seleccionados de mis lecturas recientes y/o de archivos, que me parecen pertinentes
y útiles en la tarea de provocar a las conciencias, e invitar a la reflexión, con el objetivo de instar por los cambios positivos en la convivencia social. Me motiva el propósito de colaborar con las personas que integran organizaciones de la sociedad civil que trabajan en favor de la comunidad. Me refiero a juntas de vecinos, cooperativas, asociaciones de agua potable rural, agrupaciones de adulto mayor, de beneficencia, mutualidades, bomberos, etc. Pienso que, en especial, los profesionales y técnicos podemos, y deberíamos, colaborar en consejos asesores para dichas organizaciones y membresía. Así se podrían generar redes de colaboración para fortalecer las organizaciones de la sociedad civil y motivar la incorporación de nuevos integrantes.
Teniendo a la vista los acontecimientos en Chile desde el 18 de octubre de 2019, leamos lo que nos expresa el filósofo español FERNANDO SAVATER en su libro “Política de urgencia” del año 2014, respecto de su patria, y de Cataluña en particular: “A mi juicio, cuando estamos formando a los ciudadanos que han de vivir en un Estado de derecho, la mejor educación para la paz es inculcar el conocimiento y el respeto de las leyes vigentes. Que naturalmente pueden ser modificadas cuando llegue el caso, pero desde lo preceptuado por la misma legislación: nunca cuestionadas o atropelladas desde fuera, como si se tratase de imposiciones antidemocráticas contra los ciudadanos. La paz de la convivencia social que nos interesa no es un estado de ánimo ni un mero atributo de la conciencia moral de cada uno, sino el marco de la legalidad legítimamente establecida. Fuera de él habrá tantas opiniones sobre lo bueno y lo malo, lo injustificado y lo justificable, como individuos, y el acuerdo efectivo será un deseo piadoso pero imposible. De modo que resulta prioritariamente educativo aclarar que quienes pretenden hacer política asesinando y extorsionando están tan fuera de las leyes democráticas como los miembros de las fuerzas del orden público que utilizan procedimientos ilícitos, torturas, malos tratos…contra los sospechosos detenidos (o quienes denuncian falsamente haberlos padecido). No se pueden imponer proyectos políticos por medio del terrorismo ni defender la legalidad vigente con métodos ilegales.”
Los desafíos que en Chile afrontamos nos colocan en la necesidad de ser serios y responsables para con nuestro reflexionar, pensar y actuar.
Por ello viene al caso recordar
lo que nos señaló el Dr. HUMBERTO
MATURANA, Premio Nacional
de Ciencias 1994,
en su libro “Emociones y Lenguaje en Educación y Política” Dolmen Ediciones 1990: “Hagamos de la democracia un espacio político para la cooperación en la creación de un mundo
de convivencia en el que ni la pobreza
ni abuso, ni tiranía, surjan
como modelos legítimos
de vida. La democracia es una obra de arte político-cotidiana que exige actuar en el saber que no se es dueño de la
verdad y que el otro
es tan legítimo como uno. Más aún, tal obra exige
la reflexión y la aceptación del otro, y, por
sobre todo, la audacia de aceptar que las distintas ideologías políticas deben
operar como distintos modos de mirar los espacios de convivencia que permiten descubrir distintos tipos de errores, en la tarea común de crear un mundo de convivencia en el cual
la pobreza y el abuso
son errores que se quiere
corregir. Esto es una cosa distinta
de la lucha por el poder.”; “La conversación democrática constituye a la democracia: el vivir humano
se hace en el conversar.”; “El acto de generar una Constitución funda
a un país como una república al definir el espacio de conductas legítimas en la convivencia. Podría ser ésta u otra
constitución, pero debemos ponernos
de acuerdo al respecto, y al ponernos de acuerdo expresamos el deseo de convivencia en un espacio
de aceptación mutua mínimo que la misma
constitución acordada define. Nuestros discursos podrán parecer
más o menos racionales o progresistas, pero lo fundamental es la
creación de un dominio emocional de aceptación de unos con otros en un dominio de convivencia donde se desenvolverá nuestra legalidad, y donde nos aceptemos.”
Volviendo a SAVATER, éste, en su libro “El placer de la lectura”, Ed. Sudamericana, 2015, pág. 95, expresa: “Preparar para la deliberación consiste en formar caracteres humanos susceptibles de persuasión: es decir capaces de persuadir y dispuestos a ser persuadidos. Ambas cosas son imprescindibles para erradicar la violencia civil, que siempre proviene de quienes son incapaces de articular convincentemente demandas sociales o de comprender la fuerza argumental de las que se les proponen u oponen. La educación cívica tiene que intentar promover ciudadanos susceptibles de sentir y apreciar la fuerza de las razones, no las razones de la fuerza.”
Invito a reflexionar sobre los conceptos aportados por LUIS RIVEROS, ex Rector de la Universidad de Chile, en su artículo de fecha 18-12-2019 publicado en El Mercurio. Expresa que «La explosión de protestas que ha sorprendido a Chile ha sido la conjunción de varios estallidos simultáneos”, precisando que el «primer y más crucial estallido fue el de tipo social, derivado de la percepción de bajos ingresos, alto endeudamiento y situación desmedrada de los pensionados y los trabajadores menos calificados, cuyo ingreso es inapropiado para el nivel de desarrollo de Chile. Esto también comprende la protesta sobre insuficientes políticas públicas en pensiones, educación y salud.». Como segundo estallido señala lo relacionado con la ética y las indignas prácticas que ha venido validando nuestra sociedad. Como tercero indica el reclamo por los privilegios y el alto costo para el país que ostenta la clase política. Como cuarto estallido menciona la delincuencia, el narcotráfico y un brutal anarquismo, para terminar anunciando otro estallido que se aproxima como secuela: el estallido económico.
Me refiero a la crisis social, que es también medioambiental. Partamos reconociendo que, respecto de lo ambiental, se ha instalado con fuerza el concepto de «zona de sacrificio»: Quintero, Puchuncaví, Mejillones, Chiloé, etc. En Osorno tenemos una zona de sacrificio indignante y poco asumida por la comunidad local y provincial. Me refiero al sector de Curaco. Allí, a solamente seis kilómetros del radio urbano de Osorno se emplazan: el Relleno Sanitario Provincial de Osorno, gestionado por la Municipalidad, y el Relleno de Residuos Industriales denominado Ecoprial, de gestión privada. En sus alrededores viven personas que sufren efectos adversos ambientales impresentables. Reflexionemos sobre lo que expresan letreros y mensajes puestos en el lugar por vecinos afectados, los cuales durante mucho tiempo mantienen su expresión de indignación y protesta. Las personas que transitan en vehículos motorizados por esa ruta U-400, se limitan a apretar el botón que impida el ingreso de malos olores. Así se invisibiliza el fenómeno exterior, y se transita frente a un conflicto ambiental, que es consecuencia de la ceguera e ineficiencia de políticas públicas insuficientes, inexistentes o incumplidas. Dichos letreros expresan: “Curaco no se rinde y se defiende”; “Este territorio no es zona de sacrificio”; “Prohibido botar desechos industriales”.
Mucho se ha dicho
y escrito sobre
la actual crisis
social y ambiental en Chile, que es de todos y es nuestro problema. Viene al caso citar a GABRIEL VENEGAS,
Profesor y Escritor
osornino, de su discurso «Por una sociedad con
alma» leído el 4 de diciembre de 2019 al ser distinguido con el Premio
a la Actividad Cultural
2019 del Rotary Club de Osorno: «Sin embargo,
algo no está funcionando bien
en esta sociedad; cada vez más imperfecta, a pesar
de los logros
materiales de la civilización que nos maravillan; lo que corroe,
incluso, los cimientos de la sobrevivencia planetaria. Pero también
sentimos que aún es tiempo
de recuperar lo
perdido, olvidado u omitido, si damos espacio a la reflexión serena y sabia de nuestra propia conciencia. Cabe preguntarnos entonces: ¿Cual creemos que es nuestra misión en este mundo» (Einstein dijo que si no lo sabíamos, no merecíamos siquiera vivir). ¿Cuán preparada está nuestra alma para dominar los propios instintos y la irracionalidad de muchas acciones?, ¿Cuánta razón determinará el curso de nuestra conducta en la convivencia humana o cuánto amor orientará nuestros proyectos de vida y de sociedad? Si nuestra alma contiene y sostiene los actos emotivos, los afectos, los sentimientos, la creatividad o los sueños ¿no tendría que ser vitalizada por lo principios, valores y fines que la propia sociedad ha señalado como esenciales, a la hora de definir comportamientos humanos para vivir y convivir en paz y felicidad?
Otro importante juicio posterior al 18-10, lo expuso el Dr. RICARDO CAPPONI, psiquiatra, en El Mercurio de 20-12-2019: «Estamos donde estamos porque la mayor parte de los incumbentes se ha mostrado cobarde y ha permanecido parapetado en sus propios intereses, haciendo cálculos mezquinos. Esta crisis, sus causas y consecuencias, no ponen a prueba la incorruptibilidad de nuestros líderes, sino su nivel ético, su generosidad y la valentía con que asumen los riesgos inherentes a su cargo. Esta vez no para obtener ganancias personales, sino para construir un futuro mejor para Chile y su gente.»
Vinculemos lo ya señalado, a lo expresado por JORGE CASH, abogado experto en delitos ambientales, en El Mostrador de 04-12-2019, en que al referirse a los graves problemas ambientales que tiene Chile, «que son de una profunda injusticia social», concluye que «La postergación de la agenda ambiental en Chile conllevará un estallido social en zonas de sacrificio»
Sigamos con citas relevantes. JUAN PABLO LUNA, cientista político expresa: «Para ser claros, no es que la gente tenga demandas alocadas o un afán expropiatorio de la élite. Piden soluciones básicas en términos de salud, educación, pensiones y vivienda. Y más que plata y bonos, reclaman algo que no se compra ni se vende: sentirse dignos e iguales.» (Revista del Sábado 28-12-2019).En esta misma revista y fecha, el Subsecretario de Vivienda, GUILLERMO ROLANDO señala: «En nuestro país llevamos varias décadas preguntándoles a los economistas que va a pasar con la convivencia de los seres humanos. Es raro. ¿Por qué no lo preguntas desde la sociología?»
Claras y provocativas son las afirmaciones que nos brindó AGUSTÍN SQUELLA, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, en su columna «¿Qué nos pasó», de El Mercurio de fecha 28-10-2019: «Nos pasó que creímos que bienes de uso público como el agua podían dar lugar a lucrativos derechos de aprovechamiento privado. Nos pasó que, con una mezcla de crueldad, abuso y frivolidad, las élites empezaron a hablar de «zonas de sacrificio» para referirse a lugares en que viven miles de compatriotas que pagan el precio del medio ambiente contaminado por industrias públicas y privadas. Nos pasó que durante décadas las élites descalificaron a los ecologistas como un grupo minoritario, fundamentalista y exaltado, llamándolos «lomos de toro» del desarrollo», y concluye señalando que «la comprensión cabal de situaciones complejas es siempre colaborativa”.
Nada conseguiremos si cada cual sigue atrincherado en su propia interpretación y llama a los demás no para conversar con ellos, sino para convertirlos.
Pocos meses antes, en su artículo de 3 de julio de 2019 en El Mostrador, JORGE COSTADOAT nos dice: “Es el problema cultural número uno. El mundo no tiene una cultura para compartir el planeta entre todos los seres vivos. Prima, en cambio, la voracidad, el uso y el desecho. ¿Alcanzará la educación a avivar en los habitantes de la Tierra el amor por los otros y todo lo otro que relama algún tipo de derecho a existir? Se requieren nuevos estilos de vidas, nuevos modos de mirarse entre los pueblos y nuevas maneras de convivir entre los seres vivos e inertes.”; “comenzado el siglo XXI, el mundo enfrenta una crisis ecológica, socioambiental o como quiera llamársela, que afecta a todos los seres humanos por parejo y a gran parte de los seres vivos. El problema es el número uno en varios campos.”; “la catástrofe planetaria que, aun no siendo la primera en la historia, nos amenaza como no ocurrió con los que nos precedieron. A las nuevas generaciones el Dalai Lama les advierte: “Por primera vez en la historia humana, vuestro derecho a la vida y el derecho a la vida de vuestros hijos, no está asegurado” (A call for revolution,2017) Y, paso seguido, les exhorta a la compasión con los seres vivos y a dar la pelea por revertir la tendencia a la tragedia.”
Reflexionando sobre lo ambiental en la nueva Constitución, el 21-11-2019 en El Mostrador, MANUEL PRIETO expresa : “Así durante los últimos 30 años, el territorio nacional se ha saturado de actividades extractivas como la minera, forestal, pesquera, salmonera y frutícola, quienes aprovecharon la lógica constitucional de la dictadura, que da prioridad al derecho de propiedad e iniciativa empresarial por sobre el derecho de las comunidades a decidir sobre sus territorios y la conservación ambiental. Así los capitales privados han obtenido ganancias millonarias a costa del medio ambiente, y que no se ven reflejadas en la calidad de vida ni infraestructura de territorios rurales, donde generalmente ocurren dichas actividades. Esto lleva a una convivencia forzada, donde comunidades afectadas sienten que no tienen injerencia sobre su desarrollo territorial y por ende, desconfían de las instancias de toma de decisiones, y donde empresas ven mermadas sus medios de producción y son vistas como malas vecinas.”; “La crisis social es inevitablemente una crisis ambiental, y la crisis ambiental es también inevitablemente una crisis social. Una constitución del siglo 21 debe tener entonces como piedra angular, elementos de justicia social y ambiental.”
Resulta ejemplarizador e ilustrativo el análisis que nos entrega CRISTIÁN FRÊNE en su artículo “El agua, la discusión impostergable en la nueva Constitución”:
“El agua es un elemento fundamental para la vida, pero también para todas las actividades humanas que sustentan la economía. El Antropoceno, “la época de los humanos”, nos obliga a pensar quiénes somos y cómo queremos vivir en y con la Tierra, por lo que desafía la solidez de nuestro arreglo democrático. Las democracias representativas y el voto por sí solo ya no sirven para sostener los lazos que nos unen en un pacto social. Es imperativo crear nuevos espacios, reflexivos, deliberativos, amplios y diversos, para establecer nuevos compromisos colectivos y definiciones respecto a nuestra responsabilidad con el planeta y con nuestro país en particular. En ese contexto, el agua debe ser tratada de forma especial en la nueva Constitución para Chile.”
“Luego, esta
definición constitucional debe ser acompañada de una Ley de Aguas
clara y robusta, que permita
hacer una gestión
adecuada del vital
elemento.
Lo primero es establecer una prelación o priorización de usos del agua, donde se debe asegurar esta para el funcionamiento de los ecosistemas (caudal ecológico), para uso humano (consumo y agricultura de subsistencia) y luego destinar el excedente a usos productivos (agricultura, minería, forestal, industria, etc.) orientados a mercados nacionales e internacionales.
En segundo lugar, se debe desarrollar un sistema de monitoreo hidrológico que permita conocer con claridad cuánta agua superficial y subterránea tenemos y dónde está ubicada, de manera de tener un balance claro entre agua disponible y demanda para los distintos usos señalados.
En tercer lugar, se debe elaborar un modelo de otorgamiento de concesiones de derechos de uso de agua, que debe considerar al menos que el agua sea entregada en porcentaje de caudal según estaciones del año, con limitación en su vigencia, y sujetos a una serie de condiciones que garanticen su buen uso. Debe existir además una fiscalización estatal férrea e inflexible, para evitar el mal uso por parte de aquellos que tengan concesiones de uso de agua.
Finalmente, cualquier toma de decisión relativa al uso del agua en un territorio debe estar sujeta a la aprobación por parte de los habitantes de ese territorio, de manera que se deben instaurar estrategias de gobernanza a nivel de cuencas y mecanismos de participación efectiva, basados en la mejor información disponible y de carácter vinculante. Existe vasta experiencia internacional y muchos aprendizajes, con figuras jurídicas diversas, de carácter territorial, tales como los Consejos o Comités de Cuencas Hidrográficas en Latinoamérica (Brasil, Ecuador, México, entre otros) o diferentes formas de Autoridad del Agua que adoptan los países de la Unión Europea, utilizando la Directiva Marco del Agua del año 2000, y Australia a través del Water Act desde 2007.
Es importante reflexionar y considerar estos nuevos enfoques en el momento constituyente que vive nuestro país, ya que sería posible recuperar el control territorial del agua, desarrollar una gestión local con enfoque de cuencas, basada en la participación y toma de decisión de los habitantes, salvaguardando el bien común más preciado para el desarrollo del país: el agua.”
MARY ROBINSON, ex Presidenta de Irlanda ,participó en el Congreso Futuro y nos entregó este mensaje: “En el contexto de Chile digo que ustedes tendrán un referéndum constitucional y una inmensa oportunidad para enmarcar esa Constitución en la crisis climática en que estamos y desde ahí lograr la paridad de género
.Parte de la desigualdad de Chile también está en la justicia del medio ambiente, porque son los más pobres quienes sufren hoy la contaminación del agua, la contaminación del aire y la mala salud.” Revista Ya,21-01- 2020.
En su artículo ¿Hablemos de ética? FERNANDO MIRES (El Mostrador 16-01-2017) plantea estos conceptos: “Pero como está dicho, las leyes no cubren todo los espacios de la vida. Un profesor, por ejemplo, puede ser muy buen padre de familia y en su casa ser ético, pero si no prepara sus clases, en su profesión no lo es. La ética, entonces, es un concepto plural. No existe “la” ética, solo hay éticas (familiar, ciudadana, profesional). Incluso las unas pueden entrar en conflictos con las otras.”; “Esas solo son algunas reglas básicas de la ética. Por cierto, hay además una ética democrática.
Una de sus razones nos dice que debemos aceptar (aceptar no quiere decir compartir) las decisiones que no nos gusten cuando ellas están circundadas por un marco constitucional. Si no fuera así la democracia sería una imposibilidad. Ese principio es válido también en países dominados por dictaduras o tiranías. En ellos la constitución ha sido violada por el propio poder establecido. En la mayoría de esos países los ciudadanos luchan y se organizan por el restablecimiento de las libertades constitucionales. Mal podrían hacerlo si sustituyen los principios constitucionales por un puñado de normas éticas sujetas a la libre interpretación de cada cual. Razón de más para repetir la idea central de este breve artículo: no hay mejor ética que la que no contradice ni la letra ni el sentido de una constitución. Las leyes nacieron de las éticas. Pero después que nacieron las leyes, las éticas nacen de las leyes.”
JORGE COSTADOAT, en su artículo “Esperanza sí, lágrimas no más” nos dice: “La fe en la Democracia en 2020 exige votar y reconocer la legitimidad del voto contrario; demanda discutir con los jóvenes, airadamente si fuera necesario, por el futuro de Chile; necesita de gente que genere una cultura de respeto a la opinión de los demás y que tenga el coraje moral de respaldar el uso de la fuerza contra la violencia de quienes, en vez de dialogar y discutir, han optado por destruir y destruir. La fuerza, ejercida racionalmente por el Estado, respetuosa de los derechos humanos, es legítima; la policía y las fuerzas armadas existen para controlar el inextirpable instinto de muerte y caos que carcome a las personas y a las sociedades. Se necesita de la fuerza pública para defendernos de los que incendian la ciudad y apedrean las ventanas; y, si es el caso, para contrarrestar a los trolls y los funeros, personas funestas, expertas en insultos, calumnias y fake news. La Democracia arraiga en aquellos lugares en los que prevalecen los tratos respetuosos.
En suma, nada necesita más el país, si de esperanza en su futuro se trata, que recuperar la acción política; que se politicen unos y se repoliticen otros. Un paso decisivo será que los viejos, en vez de quejarnos contra la irresponsabilidad de los jóvenes, los “con-venzamos” de que tenemos concordar las condiciones básicas de una convivencia racional y pacífica. Será necesario “vencerlos”, “con” su colaboración; y dejarnos “vencer” “con” sus sueños por lo imposible. Todo indica que entre las generaciones hace mucho rato que no nos estamos entendiendo. Es ahora, cuando el pesimismo prevalece y nos deprime, cuando el optimismo tirita, cuando el individualismo es el peor enemigo, el momento de la esperanza. Llegó su hora. La hora de la fe. La fe que crea las condiciones del incesante triunfo de la humanidad sobre sí misma.” (El Mostrador, 23-01-2020)
A su vez, EUGENIO RIVERA, en su artículo 28-01-2020: “La Constitución y el nuevo modelo de desarrollo”, expresa:
“La nueva Constitución debe generar las
bases para un sistema de autonomías regionales, que avance hacia la descentralización fiscal
y la transformación de las regiones
en reales polos de
desarrollo. Fundamental es también que incorpore mecanismos
de participación democrática, que permitan pasar desde una
democracia de autorización a una de
ejercicio y el reconocimiento constitucional de los pueblos
originarios. En este contexto, la nueva Constitución debe entregar los
instrumentos para que el Estado y las empresas públicas puedan contribuir al desarrollo económico, a una efectiva protección del medio ambiente y a un aumento permanente de la competitividad del país. Del mismo modo, el Estado no puede ver reducido su rol a entregar una pobre política social para los pobres como sostiene la idea de la focalización de la política social sino que constituirse en un eje fundamental de la construcción de un Estado de bienestar moderno.”
En su columna “Gobernanza local” (Revista VD,16-11-2019) la arquitecta PÍA MONTEALEGRE nos orienta : “El camino consensuado es el que busca superar la crisis con más diálogo comunitario, más participación y, en suma, más democracia.”; “El apetito ciudadano por los cabildos, charlas y talleres que proliferan por estos días nos grita la oportunidad de robustecer esa gobernanza; de fortalecer esa microestructura de participación cotidiana que hoy subsiste heroica en la voluntad de las organizaciones sociales y las juntas de vecinos. Es el momento de escuchar y fortalecer los gobiernos locales, asignando recursos diferenciados a los municipios que administran más carencias.”
En el mismo sentido, en su artículo “Chile despertó” (Revista Mensaje 03-12-2019) HUGO ROJAS nos interpela: “Esta crisis es una oportunidad para que todos nos preguntemos como promovemos la inclusión social en nuestras vidas cotidianas y decisiones y también para que exijamos en nuestros respectivos ámbitos de acción que se ponga término a los abusos e injusticias sociales. Lo que está en juego es la dignidad de la mayoría de los chilenos, quienes demandan un nuevo pacto social y la refundación de la República. La historia nos juzgará por las decisiones que adoptemos hoy.”
Invito a leer el reportaje publicado en The Clinic el 30-01-2020, de CAMILA PEREZ y otros, titulado “Chiloé, archipiélago de basura: vertederos municipales no dan abasto”. Nos informa que “A raíz del colapso sanitario de la comuna de Ancud, se destapó y reconoció una nueva zona de sacrificio: Dalcahue, donde existen siete vertederos en radio de un kilómetro y medio.”
Clarificador es el artículo “El estallido social de Chile: piezas para un rompecabezas”, de PEDRO GÜELL (Revista Mensaje, 03-12-2019), en que al referirse a las demandas sociales y sus distintos niveles, señala: “El tercero son las demandas ambientales, en las cuales se exige un reconocimiento de la mutua dependencia que tenemos los humanos con todas las especies y fuerzas del planeta. A partir de ahí se denuncia el uso irracional de los recursos y el abuso del ecosistema, el cual habría llegado a un límite de sustentabilidad. Lo que se demanda es respeto por la dignidad de los otros habitantes no humanos de la tierra y una conciencia de los límites del uso humano.”
En su artículo “La crisis
sociopolítica representa una potencial tragedia
socioecológica en Chile”
(El Mostrador 31-12-2019) sus autores CARLOS
ZAMORANO y otros,
al tratar sobre
los incendios forestales nos advierten: “El actual
escenario podría derivar
en un ciclo de desastres socioecológicos, con un incremento de la desigualdad y conflictos sociales, con enormes daños
a la economía del país, y en la pérdida
de gran parte de nuestro
aún extraordinario patrimonio natural.”
SARA LARRAIN, con su artículo “Derecho denegado al agua y la oportunidad constitucional” señala que “Chile está viviendo una crisis social y ambiental a consecuencia de desigualdades estructurales y en un contexto de crisis hídrica extrema, sequía prolongada y tendencia de mayor escasez de agua a consecuencia del creciente calentamiento global. La votación de ayer que rechazó consagrar el agua como un bien público y establecer el acceso al agua como un derecho humano, garantizado por el Estado, evidencia una insensibilidad demencial ante la extrema desigualdad en el acceso a dicho recurso en el país, lo que afecta a millones de personas desde Arica a Chiloé, a la mayor parte de los poblados rurales y a toda la agricultura de subsistencia, a los cuales estamos condenando a la miseria y la migración.” (El Mostrador 09-01-2020). Por su parte, en su artículo “Proceso constituyente y crisis climática: una oportunidad para vincular lo social con lo ambiental”, VIOLETA RABI opina: “La crisis climática es un fenómeno que es proclive a acentuar los procesos de desigualdad social, sobre todo si éstos no se previenen y gestionan adecuadamente. A su vez, sociedades desiguales están menos preparadas a hacer frente a la emergencia climática. En la discusión constitucional, preguntas claves a considerar son las siguientes: ¿Cuál es el pacto de solidaridad que estableceremos con nuestra naturaleza? ¿Cómo la protegeremos, de modo que ella nos ayude a construir una sociedad resiliente a la crisis ecológica de la cual la misma humanidad es responsable? ¿Cómo vincularemos el medioambiente con los derechos humanos y los principios de precaución, participación y justicia ambiental? ¿Debiera ser la sustentabilidad consagrada como un principio guía para nuestro desarrollo como país? En un escenario de urgencia climática, en donde esta semana se anunció la emisión récord de gases efecto invernadero a la atmósfera, cada comunidad y país tiene que hacer lo que sea necesario para alinearse con los criterios que permiten la vida en el planeta. A Chile, le corresponderá discutir esto en su próxima constitución. Bello desafío.”
Al hablar sobre desigualdad, forzoso es referirse a Igualdad. AGUSTIN SQUELLA, en su libro “Igualdad” nos orienta: “igualdad” es una palabra ética, un término que dice relación con el bien, o con lo que consideramos tal para los individuos y las sociedades en que estos viven. Por lo mismo, no es infrecuente que en las constituciones políticas de los estados mencionen a la igualdad como uno de los valores superiores del respectivo ordenamiento jurídico. Cuando decimos que “dos más dos es igual a cuatro”, “igual” no interesa para los efectos de nuestro análisis. Pero si proclamamos que” los hombres nacen libres y iguales en dignidad y en derechos” estamos ya en nuestro campo.” Dos más dos son cuatro “no es un enunciado que favorezca una creencia fuerte que impulse a la acción.” Los hombres nacen libres e iguales en dignidad y en derechos”, todo lo contrario.” (Editorial UV de la U. de Valparaíso, 2018, página 15.)