La manzana y la chicha en la norpatagonia

El origen de la manzana se hunde en la historia de la humanidad. En el caso de Latinoamérica, posee una connotación doblemente ancestral. En primer lugar, la manzana llega con los conquistadores españoles.  Por lo tanto, lleva quinientos años desarrollándose en América. Pero también es ancestral y principalmente patrimonial, dado que el uso de la manzana y la chicha comportan una enorme variedad de usos y una enorme cantidad de métodos y niveles tecnológicos asociados, de antiguos saberes y personas que portan esos saberes, pero cuya transmisión oral pone en riesgo su existencia. 

Hasta antes de la llegada de europeos, las distintas sociedades y grupos que se distribuían en territorio americano, poseían el saber y la tecnología para fabricar fermentados de todo tipo de frutas.   Pero la manzana fue un producto traído por los invasores.  Y entonces, exploradores, evangelizadores y viajeros europeos, dejaron en sus relatos noticias del excepcional nivel de adaptación de la fruta en la zona entre Valdivia y Chiloé.  Diego Rosales en 1640, escribe,


“Es increible la fertilidad de los pastos…Los arboles frutales, sin beneficio de humana industria, cargan tanto que se desgaxan sus ramas…Los manzanos dan en tanta abundancia que se hazen bosques de ellos…Y los indios de arriba, desde la Imperial, Tolten y la Villarrica, hasta Osorno, tienen sus manzanares cada uno para hazer chicha de manzanas, con que tienen que beber lo mas del año” (Diego de Rosales, Historia general del reyno de Chile, Imprenta del Mercurio, Valparaíso, 3 vols., 1877 , Vol. I, pág. 192 a 193).

Gonzalo Fernandez de Oviedo, relata acontecimientos entre 1492 a 1549, reconociendo que los indígenas americanos tenían la capacidad para fabricar chicha de maíz (Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia General y Natural de las Indias, Imprenta de la real academia de la Historia, Madrid, 1853, pág. 436). Pedro de Oña, con su particular estilo de poesía en ocho versos, igualmente observa el uso de la chicha (Pedro de Oña, Arauco Domado, Sociedad de Bibliófolos chilenos, Santiago, 1963, pág. 172 y 182).  A comienzos del siglo XVII, Francisco Nuñez de Pineda y Bascuñán, un soldado y escritor nacido en Chile, siendo prisionero, escribió “Cautiverio Feliz”, y relata el consumo de chicha incluso en los Parlamentos (Núñez de Pineda y Bascuñán, Cautiverio feliz y razón individual de las guerras dilatadas del reino de Chile, Colección de historiadores de Chile y documentos relativos a la Historia Nacional, Tomo III, Imprenta del Ferrocarril, Santiago, 1863, pág. 41, 53, 64, 80, 86, 88, 102 y 121). A fines del siglo XVII, Vicente Carvacho y Goyeneche, establece que las comunidades originarias poseían el saber para lograr fermentado de frutas nativas (Vicente Carvacho y Goyeneche, Descripción histórico geográfica del reino de Chile, 3 Vols., Colección de historiadores de Chile y documentos relativos a la historia nacional, Imprenta de la Librería del Mercurio, Santiago, 1875, específicamente, Vol. III, pág. 9).  Lo cierto es que para el ya señalado Rosales, la chicha se usaba tanto celebraciones como en la desdicha (Diego de Rosales, Historia general del reyno de Chile, Imprenta del Mercurio, Valparaíso, 3 vols., 1877, Vol. I, págs. 113, 153, 154, 155 y 156 y págs. 136 y 288, respectivamente); en la guerra o en la paz (Id., págs. 51, 138, 139, 499, 501); en aspectos de la vida cotidiana (Id., págs. 138, 152 y 154); comidas (Id., págs. 192 y 223) y casamientos (Id., págs. 141, 142, 143 y 144); ceremonias religiosas (Id., pág. 145); ceremonias de guerras (Id., págs. 147 y 353); ceremonias relacionados a la muerte (Id., págs. 162 y 164) y al nacimiento (Id., pág. 166); en relaciones establecidas con deidades como el pillán (Id., pág. 163) o incluso como moneda de cambio (Id., pág. 150).

En los primeros años de vida republicana, Osorno y Valdivia destacaban ya como zonas productoras de manzana y de chicha.  En el aislamiento en que se desenvolvía estos territorios y el abandono material respecto de las provincias del centro del país, las quejas a las autoridades locales eran reiteradas.  En 1829, la Asamblea Provincial de Valdivia y de Osorno, señalaban en una nota al Congreso nacional que la localidad intermedia de Los Llanos,


“…no tiene mas entrada conocida (en razon de su nueva creacion i aprobacion) que el pequeño impuesto sobre la chicha de manzanas…La Asamblea está viendo que la pobreza, i aun dirá mas, la miseria de esta provincia se ha avanzado a tal estremo, por los trastornos de una época fatal, precedida a la de libertad que hoi disfrutamos…” (Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de la República de Chile, Sesión del Congreso Nacional, 9 de Junio de 1828, Anexo Nº 66, Solicitud de la Municipalidad de Valdivia y Osorno).

En el marco de la conformación del Estado nacional chileno, Claudio Gay explora las costas chilenas, describiendo usos y costumbres, destaca el nivel de adaptación de la fruta en la zona entre Valdivia y Chiloé (Claudio Gay, Historia física y política de Chile, Tomo segundo, Agricultura, 1845, pág. 160); también la apropiación que han realizado los indígenas (Id., pág. 203, también 204); y la excelente calidad lograda, con métodos sencillos y primitivos; aunque reconoce igualmente que los colonos germanos “…han mejorado considerablemente esta industria tanto en el aumento del producto como en su mejor calidad” (Id., pág. 160 a 161).

A comienzos del siglo XX, las poblaciones del territorio entre Valdivia a Chiloé, ya habían desarrollado toda una cultura urbana y rural en torno al uso de la manzana y al consumo de chicha.

A partir de 1912, la localidad de Purranque cobra vida gracias al proyecto urbano de Tomás Burgos. Y se ve potenciada gracias al pasó del ferrocarril y la fundación de la Estación “Villa Lo Burgos” (Marcelo Neira Navarro, Memoria y patrimonio fotográfico de Purranque, Editorial grafitti, Fondo Nacional de Desarrollo Regional, 2% Cultura, Purranque, 2017).

Considerando el lugar intermedio que ocupa la localidad de Purranque en el contexto regional y la calidad de los terrenos circundantes, la predisponen al desarrollo agropecuario.  Y esto incluye el desarrollo de manzanos que desde fines del siglo XVI y a partir de Valdivia, habían prosperado de manera natural.

Desde la década de 1940, en la pequeña ciudad de Purranque y en todos sus campos circundantes se ven espacios destinados al cultivo de manzanos (las “arboledas”) y una infinidad de talleres familiares para la elaboración de chicha.  Incluso, la propia estructura urbana de Purranque, en damero (cuadras de 120 mts. en cada uno de sus lados) y con 8 terrenos de unos 160 mts. cuadrados aproximados en cada cuadra, permitieron que las familias dispusieran de un espacio razonable para la huerta, pero sobre todo para la tenencia de manzanos, otorgando la posibilidad de fabricar chicha para su consumo.

De hecho, el primer Alcalde de Purranque, don Emilio Held, en una carta al propio presidente de la República, Juan Antonio Ríos Morales, señaló,

«Excelentísimo Señor Presidente: Por encargo del sr. Gobernador de Puerto Varas remito a Su Excelencia un cajón con treinta y seis botellas de chicha de manzana. Esta chicha fue embotellada hace más de dos años, es pura de manzanas y embotellada al natural sin filtrar, este es el motivo que es un poco turbia y convendría dejarla un poco tiempo en un lugar fresco para que repose un poco, aunque también se puede tomar desde luego (Emilio Held Winkler, Carta a S.E., 1943, Archivo familiar de Martina Held Höchtl).

De este modo, durante la década de 1940, comienzas a destacar en Purranque una serie de talleres donde se fabricaba la chicha. De entre toda la multitud de faenas urbanas y rurales, sobresalieron una serie de industrias familiares.  Destacan las faenas de la familia Alvarado en Corte Alto, Barría en Hueyusca o Mayorga Navarro camino a Fresia.

Pero el taller más importante fue el de Bruno Prambs. De acuerdo a Juan Alberto Soto Bañados, el taller de Prambs llegó a controlar el mercado de la venta de chicha de manzana desde Purranque hasta Puerto Montt, pasando por Frutillar, Llanquihue, Puerto Varas, Fresia, Calbuco, incluso Punta Arenas. Al mismo tiempo, se constituyó en un “poder comprador” de manzanas desde Río Bueno, Osorno, Río Negro, Riachuelo, Hueyusca y Purranque.

A comienzos de la década de 1960, Purranque se había consolidado como una ciudad con identidad en la producción de manzana y principalmente de chicha.  De acuerdo a una editorial del diario La Prensa de Osorno,

“Cuando se habla de la actividad industrial de una localidad, evidentemente se consideran, principalmente, aquellas que se nutre de la producción regional (…) Tal el caso, de la industria elaboradora de chicha de manzana de propiedad del Sr. Bruno Prambs. Desde todos los puntos de la zona convergen hacia dicha industria las sabrozas manzanas que pródigas ofrece la tierra purranquina” (S/A., Chicha purranquina es producto de prestigio, en Diario La Prensa, domingo 16 de abril de 1963, p. 5).

Esta industria desaparece en la década de 1980, debido a grandes cambios en la sociedad chilena.  Cambios económicos, como el dominio de la economía de mercado que abre las fronteras, aplica bajas arancelarias o simplemente no puede evitar el “dumping” o la llegada de las grandes cadenas de supermercados, que ponen al alcance de un público cada vez mayor nuevos alimentos y bebidas.  También interviene, la mejora relativa de salarios y del poder adquisitivo; accesoriamente, la disponibilidad de la manzana, retrocede en gran medida por el aumento de la presión por nuevos terrenos para actividades más productivas.  Desde el punto de vista político, interviene la regulación del mercado del alcohol en términos sanitarios, haciendo que el Servicio Agrícola y Ganadero o la propia “Autoridad Sanitaria” apliquen estándares cada vez más exigentes para la elaboración de fermentado de manzana.  Pero también aumentan las normas impositivas que intentan regular el mercado productivo informal. Mientras que socialmente, la “división internacional del trabajo” implica una especialización del mercado del trabajo.  Y en materia de cambios culturales, en fin, y como efecto de todo lo anterior, se modifican hábitos de consumo; pero en esto también interviene la publicidad que tiende a popularizar estándares “identitarios” mundializantes, precisamente en desmedro de las “identidades” locales. En el nivel cultural, del mismo modo, intervienen con algo de razón, la sanción social de la tradición católica y el avance de múltiples ramas del protestantismo.

Sin embargo, en la actualidad, la chicha se sigue fabricando y consumiendo no solo en Purranque. Aunque ha sido relegada a fenómeno marginal.  Su fabricación se remite a talleres ilegales y clandestinos distribuidos en rincones de la ciudad o desperdigados en el sector rural.

Por lo ancestral, por la transmisión oral de los saberes asociados a la fabricación de chicha y también porque a las personas la “chicha de manzana” le evoca sus antepasados o le rememora costumbres rurales, la chicha debe ser considerada un patrimonio de la zona.  Un patrimonio, por lo demás, que genera identidad.

VIDEO

El video «La manzana y la chicha en la norpatagonía», fue una realización de una productora audiovidual MACONDO LIMITADA.

El video tiene la notable pretensión de describir en 1 minuto la historia de cómo la manzana llegó América y se entendió al extremo sur de Chile y principalmente entre Valdivia y Chiloé.

Mientras la pequeña historia fluye, las imágenes muestran el proceso mismo de fabricación del fermentado.

«Manzana de limón», acuarela de 18 x 25 cm., de Soledad Videla Toro, año 2020.

Para dudas y consultas…

Comparte nuestro contenido

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×

Attention! On Wordpress is under technical work!
But we have good news, get +500% to the game, for a simple registration! Click Accept to claim your bonus!
Click Close to update page!